Eugène Freyssinet

Eugène Freyssinet (1879-1962)

Eugène Freyssinet (1879-1962) es figura épica de la ingeniería francesa y mundial. Proyectista, constructor, inventor, empresario y artista, reconocido por todos, este genial ingeniero, hijo de su tiempo, de vida intensa, supo entender los entresijos de la profesión como nadie y ha pasado a la historia, entre otras cosas, como el inventor del pretensado.
Estudió en las prestigiosas École Polytechnique y École des Ponts et Chaussées de París y, muy joven, se enfrentó con el problema de la construcción del puente de Le Veurdre, sobre el río Allier (figura 1). Se trataba de un puente de tres vanos y de una configuración original para ser de hormigón, pero bien conocida ya por los proyectistas de estructuras de acero. Se trata de una viga de celosía de canto variable cuyo cordón inferior se encuentra comprimido (figura 2).


Figura 1. Puente de Le Veurdre, sobre el río Allier (1907). En esta obra desplegó el joven Freyssinet sus cualidades de ingeniero e inventor, aunque a costa de más de un disgusto.


Figura 2. Aspecto de la construcción del puente de Le Veurdre. Una vez hormigonado el arco, se disponen sobre su trasdós las armaduras de las bielas que forman parte de la celosía que ha de soportar al tablero.

Apenas 5 años después de su construcción el puente exhibía unos descensos considerables en los centros de los vanos. Achacadas inicialmente a problemas en la cimentación hipótesis descartada tras las oportunas y exhaustivas comprobaciones, Freyssinet tomó una decisión arriesgada pero certera, sabiendo que en ello se jugaba su carrera. De manera discreta, se puso en contacto con el que fue jefe de obra y le pidió que trajera consigo unos gatos hidráulicos. Dispuso éstos en las claves de los arcos y los puso en carga. El resultado fue, lógicamente, el de un aumento de longitud de los mismos y, por lógica de la cinemática posible, rectificó la deprimida rasante. Freyssinet no quería alertar al Conseil Général des Ponts et Chaussées, pero la operación fue ejecutada precisamente cuando en Le Veurdre se celebraba día de mercado, con cientos de inopinados observadores.
El incidente puso de manifiesto la incidencia estructural de los fenómenos de retracción (ya conocida) y de fluencia (desconocida), es decir, de aumento de las deformaciones de acortamiento del hormigón bajo carga mantenida en el tiempo. En el caso de esta estructura, cuyo cordón inferior se comportaba como bóveda rebajada, el descenso en clave traía consigo un incremento del axil de compresión. En efecto, como puede demostrarse, el axil en la clave de un arco puede aproximarse mediante la expresión


siendo p la carga uniformemente distribuida (preponderante en un puente de carretera de esas características y con las sobrecargas relativamente reducidas de la época), L la luz de la bóveda y f la flecha o altura de la clave con respecto a la línea que une los arranques de la bóveda. Por tanto, al disminuir f (descenso de las claves), el axil N crecía, y crecían a su vez las deformaciones de fluencia.
En consecuencia, la idea de Freyssinet de abrir en clave e introducir unos gatos se reveló eficaz por dos razones. La primera es que consiguió rectificar la rasante. La segunda es que decidió dejar alojados permanentemente los gatos, con el fin de repetir la intervención en caso necesario. El paso del tiempo permitió comprobar que, a medida que el hormigón envejecía, a igualdad de las restantes variables, los descensos eran menores, lo que permitió constatar que las deformaciones de fluencia eran tanto menores cuanto mayor era la edad del hormigón. Por esa razón sólo fue necesario actuar con los gatos una vez más. Un dato triste para concluir el relato: el puente fue volado en 1944, en el contexto de la Segunda Guerra Mundial.
Los hangares de Orly (figura 3) son otra de las obras especialmente relevantes de Freyssinet. Convocado el concurso (1923), el francés se hace con el contrato merced al empleo de unas formas onduladas que permiten generar, por una parte, unas rigideces tipo lámina plegada con las que resulta posible minimizar el consumo de materiales. Por otra parte, Freyssinet discurre un sistema de encofrado modular que permite el hormigonado desde un extremo hasta el opuesto de manera rápida y competitiva.


Figura 3. Los hangares de Orly (1923). El triunfo de las formas resistentes en hormigón y de las técnicas constructivas con encofrados modulares.
También esta obra fue presa del dragón de la guerra en 1944, tras unos bombardeos de la aviación norteamericana, en la idea de que los alemanes ocultaban allí otros ingenios no precisamente pacíficos.
Otro hito en la biografía de este infatigable ingeniero es el del puente de Plougastel (1924-1930, figura 4).


Figura 4. Diferentes aspectos de la construcción del puente de Plougastel, sobre el estuario del Elorn, en Bretaña, en orden inverso. La clave para la construcción del puente según la propuesta de Freyssinet fue el proceso constructivo, mediante el empleo de una cimbra transportada por flotación.

Freyssinet volvió a ganar por goleada a sus competidores, proponiendo una solución por menos de la mitad del precio que el más barato de los demás proponentes, que apostaban por una solución metálica. Las claves del éxito radican, por una parte, en el empleo de una poderosa cimbra de madera (la construcción en madera más grande del mundo en aquel momento) y, por otra parte, en el empleo de un sistema de avance en voladizo, atirantando desde las pilas, con el fin de no sobrecargar en exceso la cimbra. Cada tramo tiene 188 m de luz y fue récord del mundo en su momento. El puente combina el uso carretero (plataforma superior) con el ferroviario (por el interior del cajón).
El puente fue objeto de una voladura parcial de uno de los arcos en septiembre de 1944 (los alemanes en retirada), pero fue reconstruido por el mismo Freyssinet en 1949, aprovechando la operación para ensanchar el tablero carretero. En 1994 el puente se jubiló parcialmente, quedando para uso de peatones y ciclistas, puesto que se construyó un nuevo puente atirantado junto a él.

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